Cada cuánto debo trasplantar un bonsái?

Cada cuánto debo trasplantar un bonsái?

Una de las preguntas más frecuentes que recibo es sobre el trasplante: ¿cada cuánto tiempo debo hacerlo? Mi respuesta inmediata siempre es la misma: intenta espaciar lo más posible los trasplantes. A continuación, te explico las razones y te comparto algunos consejos que te serán de mucha utilidad.

Lo que debes saber sobre el trasplante de un bonsái

En el mundo del bonsái, muchas veces nos dejamos llevar por lo que leemos, o vemos en redes sociales. Sin embargo, esto puede ser delicado, ya que no siempre conocemos la experiencia de quien da las recomendaciones, ni su clima o contexto, y tampoco hemos experimentado lo suficiente para sacar nuestras propias conclusiones.

El trasplante y la poda de raíces son procedimientos muy estresantes para el árbol, casi te diría que es una de las intervenciones mas estresantes a la que puedes someterlo.

Una vez realizados, el bonsái necesita un período de recuperación que puede variar de unas semanas a varios meses, dependiendo del clima y las condiciones de cultivo.

El objetivo del trasplante suele ser:

  • Podar raíces para mejorar la base del nebari y fomentar un sistema radicular más denso y eficiente.
  • Renovar el sustrato, mejorando la oxigenación y el drenaje del exceso de agua.

Con cada poda de raíces, se estimula una mayor ramificación y densificación del sistema radicular, lo que optimiza la absorción de nutrientes del árbol.

Entonces, ¿cada cuánto es saludable trasplantar?

No hay una respuesta única, ya que depende de varios factores. Aquí tienes algunas señales de que tu bonsái podría necesitar un trasplante:

  1. Drenaje lento o bloqueado:
    Si notas que el agua tarda en drenar, podría ser porque:
    • Las raíces están tan densas que dificultan el paso del agua.
    • El sustrato se ha degradado en partículas finas que bloquean la circulación.

Ambos problemas afectan negativamente la oxigenación de las raíces, lo que eventualmente se reflejará en un follaje menos vigoroso y un crecimiento más lento.

  1. Sedimentación de materia orgánica:
    Cuando usas abonos orgánicos, es común que parte de ellos se descomponga y se acumule en la superficie del sustrato, dificultando el drenaje. Antes de decidir trasplantar, intenta retirar esta capa superior y reemplazarla con nuevo sustrato. Esto puede retrasar el trasplante por una o dos temporadas más.

  2. Raíces visibles en la superficie:
    Si al retirar la capa superficial encuentras muchas raíces finas, es una señal clara de que el trasplante es inminente. Esto sucede porque las raíces a medida que van conquistando el contenedor primero lo hace en los bordes, luego van al fondo, luego rotan y cuando esta completamente lleno de raíces afloran a la superficie.

Aquí vemos un árbol con una notable descomposición excesiva del sustrato y pequeñas raicillas en la superficie del mismo. Señal clara de que este árbol necesita un transplante.

¿Por qué es importante espaciar los trasplantes?

Espaciar al máximo los trasplantes, especialmente en árboles en proceso de refinamiento, tiene múltiples beneficios:

  • Crecimiento más uniforme: Las distancias de entrenudos son más constantes y el tamaño de las hojas más regular.
  • Menor estrés: Como mencioné antes, el trasplante es una de las prácticas más agresivas para el bonsái, ya que no está diseñado naturalmente para ello.
  • Mejor manejo de la energía: El árbol conserva su vigor entre temporadas, permitiéndote manipular la brotación de manera más segura y efectiva.

En el caso de árboles en formación, como aquellos cultivados en cajones grandes, espaciando los trasplantes logras un desarrollo más rápido. A veces, puede pasar varios años hasta que el árbol llene de raíces un cajón de cultivo grande.

Trasplantes en campo de engorde

Cuando cultivamos árboles en campo, el manejo del trasplante cambia. Por ejemplo, en mi caso que vivo en un clima templado a frío:

  • Levanto árboles caducos muy vigorosos cada 3 años para podar raíces gruesas.
  • Árboles menos vigorosos cada 4 años.
  • Coníferas cada 5 o 6 años.

Si vives en un clima más cálido, este intervalo puede variar debido al crecimiento más rápido del sistema radicular.

Base de arce japonés levantada del campo de engorde. Una vez podadas las raíces vuelve a ser plantado en el campo de engorde

Yamadoris: un caso especial

En el caso de los yamadoris (árboles recuperados de la naturaleza), mi recomendación es realizar una sola poda de raíces al momento de la recuperación, priorizando siempre la salud del árbol.

Un árbol que ha crecido en la naturaleza durante décadas puede sufrir un estrés extremo tras ser extraído y colocado en una maceta. Por ello, es ideal espaciar los trasplantes lo máximo posible, a veces hasta 8 o 10 años.

Algunos cultivadores optan por colocar estos árboles en macetas semidefinitivas para comenzar su refinamiento desde allí, minimizando el estrés.

Viejo yamadori de Nothofagus Antarctica recuperado hace 8 años. Desde su recuperación fue plantado en un cajón de cultivo pequeño y hace un año trasvasado a la maceta de bonsai sin tocarle las raíces.

Conclusión

Trasplantar un bonsái no es solo una técnica, sino una decisión que debe tomarse con precaución y observación. El trasplante innecesario puede ralentizar el desarrollo del árbol y comprometer su salud. Aprende a leer las señales de tu árbol, respeta sus tiempos y siempre prioriza su bienestar.

¿Tienes dudas o experiencias sobre el trasplante? ¡Compártelas en los comentarios!

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